lunes

Sobre la avaricia

Es la actitud por la cual nos designamos a nosotros propietarios de los bienes de la tierra. Y el hombre no es más que un administrador.
El avaro cree poseer amontonado. Pero es el dinero el que lo posee. Aquel a quien Dios creó rey de todas las cosas, se ha convertido en esclavo.
El avaro calcula y se cree libre, con la cabeza enloquecida por sus balances. Y la libertad es generosidad y juventud que no tiene miedo del riesgo.
El avaro pretende que la razón es la facultad de prever. En esto tiene razón. Pero no prevé más que su seguridad material y con exceso. Una previsión tal, termina por “evacuar la Providencia” (G.Thibon)
El avaro transforma en un charco estancado aquella fuente que le asemejaba a Dios. No recibimos más que para dar. Aquello que no damos, perece. De aquí las invectivas de Santiago: Divitiae vestrae putrefactae sunt et vestimenta vestra a tineis comesta sunt : “Vuestra riqueza está podrida…vuestro oro y vuestra plata, comidos del orín” (Sant V, 2)

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