martes

El Asceta más Alegre de la Historia

Por: Carlos Pareja Paz Soldán (1)
Son las Florecillas el evangelio de la vida de Francisco. Sus páginas refieren los trajines más importantes que le acaecieron al pasar sobre el mundo y le pintan como un santo a la intemperie. Bajo el dosel de los grandes vientos emprendedores y caminantes como él, y a la orilla de los vegetales a cuyas flores imitó en el constante mirar del cielo, vivió meditativo y gozoso Francisco de Asís. Tanto tendía hacia Dios y tanto oraba que da la impresión de haber tenido una humanidad hecha de incienso y no de barro. Sus virtudes fueron todas las virtudes pero tenía predilección por la humildad y la pobreza. Entendía esta última aquel don celestial por el cual se desdeña todo lo terrestre y por el cual toda traba desaparece del alma para que pueda unirse libremente con Dios eterno. De aquí que tuviera de cuerpo, como ha dicho un Pontífice, la cantidad indispensable para que el alma pudiere apoyarse y residir. Cuanto de este fin rebasaba, fue por él serena y señorialmente exportado. Esto le llegar a ser sobrio como una planta. Pero tal austeridad no enflaqueció su sonrisa ni le impidió ser uno de los más ejemplares profesores de ternura que ha tenido nuestro género y el asceta más alegre y amable de cuantos han vivido. Todas las penas le tocaban y por amor al prójimo se pasó la vida ultrajando de palabra y de hecho al príncipe del mal.
Otra enseñanza que se desgaja de Las Florecillas : la sencillez, la paz. El hombre de la ciudad, que es el hombre de nuestra época, ha permitido el naufragio de esas compañeras. No es extraño a eso el carácter mecánico y concreto de la urbe donde las masas parecen deducirlo todo y en cuyo seno la organización artificial viene a ser una mordaza que se atenúa y deprime la voz de la Providencia. Pero en el campo se ve a Dios más directamente y esa contemplación que suministra una corteza inmediata mantiene feliz y aquietada la conciencia de sus pobladores. Francisco acostumbra recogerse en la selva y alejarse a islas deshabitadas para realizar allí sus ayunos cuaresmales. Hermano místico de las luces y las aguas, las fieras y las brisas, la memoria de su vida puede representar una infusión de suavidad en el violento dolor contemporáneo. Estas reflexiones agigantan el crecido y eterno valor de San Francisco de Asís y lo conectan fraternalmente con la hora actual. Pero a pesar de ellas el alma del justo de Asís merecerá, mientras dure el hombre, el inviolable respeto de las generaciones. Su existencia, que no será vencida en ninguno de los concursos de grandeza a los que sea sometido, tendrá que ser nombrada, perdurablemente, por quien, cualquiera que sea su ideario, anhele tejer con el nombre de las más famosas existencias, la diadema de la raza tradicional.
(1)  Abogado e intelectual católico peruano contemporáneo de Riva Agüero y Belaúnde . (Lima, 1914 -1943)

No hay comentarios: