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La Iglesia en el Pensamiento Increado

Cuando Hermas en el siglo segundo, representaba a la Iglesia bajo las características de una mujer de edad, quería significar que “fue fundada antes de todas las cosas y que el mundo solo fue hecho para ella” (El Pastor, visión2, cap. 4).
En el pensamiento creador de Dios, la Iglesia es la primera. La última en el orden del cumplimiento de la historia, pero la primera en la Intención.
La unidad sobrenatural de los hombres en Cristo supone la unidad natural de la raza humana. Pero la unidad según la naturaleza no es más que una preparación y sostén de la unidad según la gracia.
El mundo es para la humanidad, pero la humanidad es para la Iglesia. Esta Iglesia que Dios quiere y contempla eternamente es su Verbo. “El objeto adecuado del decreto eterno que decide la Encarnación, es la Iglesia” (H. Clérissac, Le mystere de l´Eglise, pág. 15).

Asi es para San Pablo el Supremo “misterio” en el doble sentido del término: verdad precedentemente oculta y ahora revelada y realidad divina cuyo contenido es inagotable. Lo que  Dios desde toda la eternidad había concebido, la intención de amor salida de su ser  que es amor, “ el beneplácito, que se propuso realizar en Él” es “Instaurare omnia in Christo” “reunir a todas las cosas en Cristo” (Ef I, 10). Jesucristo es el “imago Dei invisibilis primogenitus omnis creaturae … et ipse est caput corporis ecclesiae qui est principium primogenitus ex mortuis ut sit in omnibus ipse primatum tenens “ “primogénito  de toda criatura; porque en Él  fueron creadas todas las cosas del cielo y de la tierra, y Él es la cabeza del cuerpo que es la Iglesia” (Col I, 15, 18). Aquel , por lo tanto, que es “el centro dominador y la llave del Universo…la fuente primera fuente de los seres  y su principio de cohesión y armonía”, puesto que “todas las cosas fueron creadas por Él y para Él”. Este también es el Jefe de la Iglesia, es decir “ la fuente de toda actividad sobrenatural que anima a los fieles, los hace crecer y los une entre ellos como miembros de un organismo vivo” (J. Hubry, Les epitres de la captivité, pág. 42-44).
En el pensamiento divino de Cristo es indispensable el Único y el Primer-nacido, Unigenittus y Primogenitus, el Hijo eternamente engendrado y la Idea en la cual Dios ve y ama al mundo y a la Iglesia, el mundo por la Iglesia.

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