Durante esta edad se prepararon los materiales con los que se levantaría luego el edificio de la ciencia de la espiritualidad; encontramos ya en ella dos síntesis que configuran las principales vertientes místicas del cristianismo primigenio: la de Casiano en el Occidente, y la de San Juan Clímaco en el Oriente.
1° EN LOS TRES PRIMEROS SIGLOS. -
S. Clemente; autor de Epístola a la iglesia de Corinto (hacia el 95) recomendando la unión, la humildad y la obediencia.
Hermas, El Pastor (140-155); quien expone por extenso las condiciones de la vuelta a Dios por la penitencia
Clemente de Alejandría, Padagogus (después del 195); describe cómo por la ascesis llega el verdadero gnóstico a la contemplación.
S. Cipriano, (200-258); autor de las sendas De habitu virginum, de dominica oratione, De opere et eleemosynis, de bono patientiae, de zelo et livore, de lapsis.
2° DE LOS SIGLOS CUARTO AL SÉPTIMO .—
A) En la Iglesia de Occidente:
S. Ambrosio, (333-397): De Officiis ministrorum, De virginibus, De viduis, de virginitate.
S. Agustín, (354-430): Confessiones, Soliloquia, De doctrina christiana. De Civitate Dei, Epístola CCXI, etc. De las obras del S. Doctor puede sacarse una teología ascética y mística que completa y corrige Casiano.
Casiano, (360-435): Instituía Coenobiorum, Collationes. Sus conferencias resumen toda la espiritualidad monacal de los cuatro primeros siglos, y ninguno de los escritores posteriores ha dejado de aprovecharse de ellas.
S. León, (Papa, 440-461): Sermones; tan llenos de doctrina y de piedad están sus sermones en las fiestas del Señor, que la Iglesia ha tomado mucho de ellos para sus oficios litúrgicos.
S. Benito, (480-543): Regula. Su regla fue, desde el siglo VIII al XIII la de casi todos los monjes de Occidente, y es muy recomendable por su discreción y por la facilidad para acomodarse a todos los tiempos y regiones.
S. Gregorio Magno, (540-604): Expositio in librum Job, sive Moralium libri XXXV; Liber regula pastoralis; Dialogorum libri quatuor.
B) En la Iglesia de Oriente:
S. Atanasio, (297-373), Vita S. Antonii, en la que describe la vida y, por ende, la espiritualidad del patriarca, de los monjes y de los cenobitas.
S. Cirilo de Jerusalén, (315-386), cuyas admirables Catequesis nos dan el retrato del verdadero cristiano.
S. Basilio, (330-379): De Spiritu Sancto, donde se halla expuesta la obra del Espíritu Santo en el alma regenerada; Regulae fusius tractatoe, Regulae brevius tractatae, que nos dan a conocer la disciplina monástica del Oriente.
S. Juan Crisóstomo, (344-407): cuyas Homilías constituyen un repertorio completo de moral y de ascética; su tratadillo De Sacerdotio enaltece la excelencia del sacerdocio.
S. Cirilo de Alejandría (+ 444):Thésaurus de sancta et consubstantiali Trinitate, en el que pueden estudiarse las relaciones del alma con la Santísima Trinidad.
Pseudo Dionysius, (hacia el 500): De divinis nominibus, De ecclesiasticâ hierarchiâ, De mysticâ theologiâ; en su doctrina acerca de la contemplación se han inspirado casi todos los escritores posteriores.
S. Juan Clímaco, (+ 649): Scala Paradisi, P. G; compendio de ascética y mística para los monjes del Oriente, análogo al de Casiano para los del Occidente.
S. Máximo el Confesor, (580-662): completó e ilustró la doctrina de Dionisio acerca de la contemplación, refiriéndola al Verbo Encarnado, que vino a la tierra para deificarnos; es especialmente útil revisar sus Escolios sobre Dionisio, su Libro ascético y su Mistagogía.
1° EN LOS TRES PRIMEROS SIGLOS. -
S. Clemente; autor de Epístola a la iglesia de Corinto (hacia el 95) recomendando la unión, la humildad y la obediencia.
Hermas, El Pastor (140-155); quien expone por extenso las condiciones de la vuelta a Dios por la penitencia
Clemente de Alejandría, Padagogus (después del 195); describe cómo por la ascesis llega el verdadero gnóstico a la contemplación.
S. Cipriano, (200-258); autor de las sendas De habitu virginum, de dominica oratione, De opere et eleemosynis, de bono patientiae, de zelo et livore, de lapsis.
2° DE LOS SIGLOS CUARTO AL SÉPTIMO .—
A) En la Iglesia de Occidente:
S. Ambrosio, (333-397): De Officiis ministrorum, De virginibus, De viduis, de virginitate.
S. Agustín, (354-430): Confessiones, Soliloquia, De doctrina christiana. De Civitate Dei, Epístola CCXI, etc. De las obras del S. Doctor puede sacarse una teología ascética y mística que completa y corrige Casiano.
Casiano, (360-435): Instituía Coenobiorum, Collationes. Sus conferencias resumen toda la espiritualidad monacal de los cuatro primeros siglos, y ninguno de los escritores posteriores ha dejado de aprovecharse de ellas.
S. León, (Papa, 440-461): Sermones; tan llenos de doctrina y de piedad están sus sermones en las fiestas del Señor, que la Iglesia ha tomado mucho de ellos para sus oficios litúrgicos.
S. Benito, (480-543): Regula. Su regla fue, desde el siglo VIII al XIII la de casi todos los monjes de Occidente, y es muy recomendable por su discreción y por la facilidad para acomodarse a todos los tiempos y regiones.
S. Gregorio Magno, (540-604): Expositio in librum Job, sive Moralium libri XXXV; Liber regula pastoralis; Dialogorum libri quatuor.
B) En la Iglesia de Oriente:
S. Atanasio, (297-373), Vita S. Antonii, en la que describe la vida y, por ende, la espiritualidad del patriarca, de los monjes y de los cenobitas.
S. Cirilo de Jerusalén, (315-386), cuyas admirables Catequesis nos dan el retrato del verdadero cristiano.
S. Basilio, (330-379): De Spiritu Sancto, donde se halla expuesta la obra del Espíritu Santo en el alma regenerada; Regulae fusius tractatoe, Regulae brevius tractatae, que nos dan a conocer la disciplina monástica del Oriente.
S. Juan Crisóstomo, (344-407): cuyas Homilías constituyen un repertorio completo de moral y de ascética; su tratadillo De Sacerdotio enaltece la excelencia del sacerdocio.
S. Cirilo de Alejandría (+ 444):Thésaurus de sancta et consubstantiali Trinitate, en el que pueden estudiarse las relaciones del alma con la Santísima Trinidad.
Pseudo Dionysius, (hacia el 500): De divinis nominibus, De ecclesiasticâ hierarchiâ, De mysticâ theologiâ; en su doctrina acerca de la contemplación se han inspirado casi todos los escritores posteriores.
S. Juan Clímaco, (+ 649): Scala Paradisi, P. G; compendio de ascética y mística para los monjes del Oriente, análogo al de Casiano para los del Occidente.
S. Máximo el Confesor, (580-662): completó e ilustró la doctrina de Dionisio acerca de la contemplación, refiriéndola al Verbo Encarnado, que vino a la tierra para deificarnos; es especialmente útil revisar sus Escolios sobre Dionisio, su Libro ascético y su Mistagogía.
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