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Sobre la gula

El mal, decimos, no es grande más que cuando el exceso de comer y de beber embrutece al hijo de Dios. Y es verdad que es honesto apreciar el sabor de las cosas. Pero la pendiente es resbaladiza hacia la sensualidad y sus facilidades, y esto no tiene grandeza. Excusamos al comilón, pero en el fondo se le desprecia. “Hacerse un dios en el vientre” es indigno del hombre (Flp 3, 19)

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