martes

¿De qué hablamos cuando hablamos de oración?


La oración es una gestión de la fe. Expresa, por lo tanto no un sentimiento religioso que sería pura subjetividad, sino la verdad del hombre ante la verdad de Dios, la verdad de Dios revelada al hombre en Cristo. Si el Padre “conoce  las necesidades  antes de que las pidamos”, es porque la verdad de nuestra vida está en Él y no en nosotros. Orar, es por lo tanto, abandonarse a Él. Por consiguiente  debe excluirse de la oración toda ñoñería farsa, charlatanería (el verbo griego battologien insinúa todos estos sentidos). Dios conoce  nuestras necesidades. Es Él quien  las permite. Conoce nuestros deseos. Es Él quien los suscita. Él no tiene necesidad de información. Él lo sabe, puesto que Él lo crea. No se trata de hacerle saber algo sobre nosotros mismos, sino de expresar ante Él la verdad de nuestro ser, a saber: nuestra indigencia radical espiritual que significa las diversas formas  de nuestra indigencia temporal. “Porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene” (Rom VIII, 26). ¿Hay que pedir permanecer en la carne? ¿hay que pedir  salir de ella para estar con Cristo? (Flp I, 23)  ¿Qué es mejor? Dios lo sabe, solo Él. La oración  es la expresión de una dependencia. Manifiesta que esta dependencia ha sido elegida libremente. Si no hubiera sido elegida libremente, no sería amor, es libertad.  La oración es un acto libre.  Por esto nos dice el evangelio:
Et cum oratis, non eritis sicut hypocritae, qui amant in synagogis et in angulis platearum stantes orare, ut videantur ab hominibus. Amen dico vobis: Receperunt mercedem suam. Tu autem cum orabis, intra in cubiculum tuum et, clauso ostio tuo, ora Patrem tuum, qui est in abscondito; et Pater tuus, qui videt in abscondito, reddet tibi.  Orantes autem nolite multum loqui sicut ethnici; putant enim quia in multiloquio suo exaudiantur.  Nolite ergo assimilari eis; scit enim Pater vester, quibus opus sit vobis, antequam petatis eum… (Mt VI, 5-8)

No hay comentarios: