miércoles

Naturaleza Divina en Spinoza y Servet


Baruch Spinoza y Michel Servet intentaron comprender a Dios y su Naturaleza persiguiéndolo en un mismo camino. Coincidente algunas veces y distinto en otros. Es preciso anotar, sin embargo, que este entendimiento divino solo es posible a través de la intuición de su propia Naturaleza Superior y que radica en el interior de cada Ser. Esto lo explica acertadamente el propio Spinoza en su “Tratado sobre la Reforma del Entendimiento”. Allí afirma que el conocimiento es asequible a través de la intuición de ideas claras e independientes. Es obvio que esta idea tuvo un noble precursor en Descartes.
Sin embargo, sabemos nosotros que la intuición en el homo sapiens es distribuida de manera desigual y que además, es preciso entrenarla. Este conocimiento intuitivo de la realidad de las cosas es virtud de los espíritus contemplativos y humildes. Normalmente antes de este tipo de saber es necesario desarrollar el saber deductivo, aquel de las “ideas programadas” que humanamente forman nuestra percepción (también programada) de la realidad. El saber sensorial aprendido. Ese impulso es necesario, así como necesario es saber trascenderlo en su debido tiempo para llegar más allá a través de la meditación en la mente, y posteriormente en la misma esencia. Solo así conocemos el Real Saber, el Intuitivo que menciona Spinoza.
Afirmamos, sin embargo, que hay espíritus que ya encarnan con esta naturaleza, con esta ciencia intuitiva.
Spinoza afirma que Dios es “natura naturans” (todo proviene de él) y es también “natura naturata” (Todo lo que Dios crea es también Dios). Esto, como es de notar, no es sino un truco de revestimiento místico para asentar las bases de un pensamiento materialista.
Estamos de acuerdo que Dios es “natura naturans”. Todo lo creado no puede nacer ni ser sostenido sino por su gracia manifestada en el Paráclito. La Energía Creadora que el Verbo manifiesta; mas no necesariamente todo lo creado por Dios es Dios. Este tipo de panteísmo limita la comprensión de su naturaleza infinita, y conduce al materialismo.
Así, el agua no es Dios aunque posea el atributo divino y sea, en sí misma, “opus dei”, como tal vez consideraba Tales de Mileto en su más extendida interpretación de sus ideas. Ni la piedra, ni la madera, ni una vaca son Dios aunque posean el atributo de Dios de la existencia.
Una última elucidación de semejante hipótesis conduce a afirmar que el humanoide es Dios, lo cual no sería otra cosa que una blasfemia. Y, más aún, una tontería perfectamente comprobable con la razón sensorial. El “hálito de vida”, el “nephesh chayim,” del Pentateuco no implica naturaleza divina total. No diviniza al hombre de por sí.
Es de notar que posteriormente Spinoza se “contradice” al manifestar que la libertad humana no es posible, ya que solo –según él- es posible la libertad de Dios. Así, no puede haber dos libertades yendo cada una por su lado. De tal modo que el hombre es una simple forma de Dios, y no hace sino la voluntad de Dios; y que, claro está, no es la voluntad del hombre.
Es importante anotar aquí que Spinoza separa la “ilusión” del hombre que consiste en creerse independiente.
La diferencia con el pensamiento de Servet consiste en que para este último la “extensión” ni la “mente” que menciona Spinoza serían Dios en sí mismo, sino “emanaciones de su Verbo”. Concepto mucho más acertado de este desdichado y poco valorado médico español, víctima de las fanáticas inquisiciones católicas y protestante.
El problema de Spinoza radica en confundir Ser con Ego; en confundir Alma, Cuerpo, Espíritu. Tal cosa se nos aparece como una mala comprensión de Cábala.
Si bien en el culto semítico antiguo la carne es tan sagrada como Chokmah, del mismo modo que nosotros respetamos nuestro cuerpo al considerarlo “morada” del Espíritu Santo, pero no decimo que nuestro cuerpo sea en sí el “Espíritu Santo”.
La materia ciertamente es sagrada por su naturaleza divina, por su origen divino, por su aspiración a divinidad. Mas la materia no es Dios. Ni la materia se sostiene por si sola sin Dios.
Dios está presente en nosotros a través de la monada. Se manifiesta en la Conciencia.
Dios no está en el ego. O mejor dicho, está aprisionado en el ego.
Ahora ¿Cómo lo perfecto puede estar aprisionado por lo imperfecto? Pongamos un ejemplo, digamos que el ego sería el agua sucia, la cual necesita ser limpiada, destilada, y así convertirse en agua pura. El agua destilada es esa conciencia en la que habita lo perfecto, es decir, la manifestación pura de la divinidad. Más sin liberación final, es necesaria la coexistencia de esas dos naturalezas, siendo la materia el vehículo sagrado.
Solo a través de la comprensión llegamos a la perfección de la tesis de Spinoza. El hombre es una manifestación de Dios y puede ser Dios integrándose a Él – a la manera que explica Plotino- a través de esta simbólica destilación.
Caso contrario caeremos en el materialismo subyacente en el pensamiento de Spinoza, en esa interpretación de que “solo eliminando a Dios” alcanza el hombre su plena libertad.
Recordemos que Spinoza manifiesta también que en este plano únicamente es libre el hombre que se conoce a sí mismo, porque así consciente que no es libre…y acepta ese determinismo que le condiciona. A esta última parte corregiríamos: “y que no es libre por causa del ego, y que hurgando en su esencia que si es “natura naturata” busca el retorno consciente a la Libertad Real que es Dios.

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