sábado

Sobre la pereza

Todo lo que es grande está fundado sobre un riesgo. El perezoso es aquel que rechaza el riesgo.
Todo pensamiento elevado es, en alguna medida, peligroso. El perezoso teme al riesgo y renuncia a pensar.
El don de sí mismo estorba. El perezoso pide que no se lo estorbe. Se cuida, invoca la prudencia. La prudencia es una virtud cardinal, es cierto, pero a condición de que se entienda como la entiende la Iglesia: recta ratio agibilium...
La verdadera vida es compromiso. El perezoso quiere mantenerse suelto. Huye de las iniciativas y de las responsabilidades. Apaga los conflictos más que resolverlos. No tiene hambre y sed de justicia, sino tranquilidad.  "Los cristianos amorfos, sin iniciativas, que siempre están esperando las directrices, que no saben asumir sus responsabilidades en lo temporal, evidentemente los cristianos de este género, que no son cristianos más que de nombre no cuentan para nada" (Cardenal Saliége).
Aquellos que no piensan nada, que no hacen nada, no cometen error alguno, pero toda su vida es un error.

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